EL PROCESO DEL DUELO EN NIÑ@S Y ADOLESCENTES

  Las reacciones de los niños y adolescentes ante la muerte de un ser querido dependen de las características propias del momento evolutivo en el que se encuentren, asi como de los factores personales y sus características psicológicas (si son personas temerosas, dependientes, etc.).

  En todos los casos los sentimientos de dolor ante la pérdida no difieren de los de los adultos, sólo es diferente el modo en que estos sentimientos se expresan.

 Siguiendo a Montserrat Montés Germán, describiremos  cómo se vive la pérdida en función de la etapa evolutiva.

Menores de tres años

   En este grupo de edad los niños necesitan estar vinculados afectivamente a los adultos para conseguir protección, seguridad y bienestar.
  Para los bebés, los cuidadores primarios son fundamentales porque les aportan todo lo necesario para su supervivencia.
   Cuando fallece esta figura protectora, se sienten desprotegidos y abandonados, por lo que la buscan incesantemente. En estos momentos necesitan sentirse queridos y protegidos por otras personas hasta que, poco a poco, recuperen la normalidad.
   Para los niños de dos o tres años los aspectos emocionales de la pérdida son similares aunque son más conscientes de la falta y demandan mayor afectividad por parte de quienes les cuidan.

Entre tres y seis/siete años

   Aun no están preparados para entender el concepto de muerte y la viven como algo temporal, reversible e impersonal.
  Los sentimientos en el duelo a esta edad siguen siendo de abandono, miedo, incomprensión y, al principio, pueden presentar comportamientos desadaptados.
   Es aconsejable que participen con la familia en estos momentos de dolor para poder expresar lo que sienten e intentar comprenderlo.

Entre seis/ siete y once/doce años

  En esta etapa ya adquieren el concepto de muerte como algo definitivo, lo que les causa un gran impacto emocional si lo viven de cerca. La primera reacción es de rechazo y aparece el sentimiento de culpa, los niños se pueden sentir culpables por la muerte del ser querido.
   La falta de aceptación de la pérdida, la rabia o el rechazo les provoca cambios de comportamiento propios de esta etapa de elaboración del duelo.
   En estos momentos es fundamental contar con la ayuda de familiares, profesores y amigos para que puedan trabajar su duelo.
  También son importantes las preguntas que formulan; a través de las mismas podemos conocer en qué momento emocional se encuentran, la comunicación fluida con los adultos les favorece, mientras que la evitación o el silencio les puede conducir a un duelo complicado.
   El mantenimiento de las rutinas y tareas habituales, de los contactos sociales y del entorno les pueden ayudar también a volver cuanto antes a la normalidad.

La adolescencia

  Los adolescentes se encuentran en una etapa de profundos cambios: fisiológicos, psicológicos, emocionales, etc. Su relación con los adultos fluctúa entre la necesidad de autonomía y la necesidad de seguridad y de estabilidad emocional.
  La muerte de un ser querido en este contexto, les produce un gran impacto, similar al de los adultos, aunque las reacciones ante la misma sean diferentes.
  Muchos quedan bloqueados y se comportan con indiferencia, no son capaces de expresar sus sentimientos. Esto no significa que la muerte no les ha importado o que la han encajado muy bien, sino que están aplazando el duelo ante la misma.
  Este bloqueo les puede acarrear consecuencias psicológicas importantes y graves problemas de comportamiento y suele ir acompañado de una profunda sensación de culpabilidad.
  En muchas ocasiones, si esta reacción persiste a lo largo del tiempo y no se resuelve adecuadamente, necesitarán ayuda profesional.

  Las pérdidas por fallecimiento en el entorno familiar producen una reestructuración de la familia. Este proceso afecta fundamentalmente a los niños y a los adolescentes, que, en muchas ocasiones, pasan a desempeñar los roles que eran propios de la persona fallecida. Es necesario que cada cual continúe ocupando su posición como niño o como adulto y elaborar juntos la nueva situación y sus implicaciones emocionales.











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