TRABAJO SISTÉMICO CON VIOLENCIA FAMILIAR: PROBLEMAS DE APEGO, SEGURIDAD Y RESPONSABILIDAD. TALLER DE ARLENE L. VETERE
"Creemos que la gente tiene derecho a
vivir con la gente a la que ama sin sentir miedo".
La doctora Arlene Vetere comenzó a trabajar
hace 16 años de forma independiente junto a una trabajadora social en temas
relacionados con la violencia familiar y de género. Trabajan fundamentalmente
con un tipo de violencia más emocional, visceral o explosiva, no con violencia
controlada o premeditada.
La metodología que emplean se basa en cuatro pilares fundamentales:
- gestión del riesgo (elaboración de un plan de seguridad)
- evaluación del riesgo
- responsabilidad
- colaboración
Este modelo sistémico de intervención con
familias en las que hay violencia promueve un plan de seguridad, de protección,
antes de iniciar cualquier forma de terapia.
Para establecer una base segura es necesario
analizar el riesgo, trabajar la responsabilidad y fomentar la colaboración
entre todos los estamentos vinculados a la familia.
Aunque Vetere reconoce que no siempre es
posible realizar una intervención de tipo relacional y que el trabajo en
violencia genera numerosos dilemas éticos, mediatizados por exigencias
externas, considera que, a través de un enfoque centrado en la responsabilidad,
el trabajo en red y la valoración del riesgo, se puede llegar a obtener un
conocimiento y una percepción más amplios y completos acerca de la violencia
intrafamiliar.
A la definición de violencia familiar o
doméstica se le han ido añadiendo matices importantes a través de distintas
normativas. La del Consejo de Europa de 1986 “Cualquier
acto u omisión cometidos dentro del marco familiar por uno de sus miembros que
socave la integridad física o psicológica, o la libertad de otro miembro de la
familia, o que dañe seriamente el desarrollo de su personalidad”,
señala el matiz de que es tan importante lo que se hace como lo que no se hace,
al hablar de violencia. En otras definiciones posteriores se añade que el
comportamiento amenazante, abuso o violencia pueden ser de tipo físico,
psicológico, sexual, económico o emocional, incluyéndose también matrimonios
forzados, crímenes de honor o mutilación genital femenina.
Hasta ahora se ha intentado abordar esta
violencia intrafamiliar de forma aislada: la justicia se centra en el agresor,
los servicios sociales y los servicios de salud se centran en las mujeres o en
los niños (que suelen ser habitualmente las víctimas de esta violencia).
Vetere propone un acercamiento relacional a esta
realidad, de modo que deberían estar vinculados los tres servicios: judicial,
sanitario y social para trabajar de forma coordinada. Si coexisten varios
problemas (drogodependencias, trastornos psicológicos, etc) junto con la
violencia, es necesario tratarlos a la vez porque, a menudo, están ligados con
el control - descontrol emocional. En terapia, el tratamiento de seguridad tiene
que ser visible para toda la red de profesionales involucrada. Se debe crear
un clima de calma, mitigando la posible ansiedad de los profesionales
implicados, ante el hecho de que se pueda repetir la violencia en la
familia.
Otra figura importante es la del "tercero
estable"; se trata de una persona en quien confíe la familia y también la
red de profesionales, de este modo, el sistema está abierto a cualquier ayuda
que pueda integrarse en el plan de seguridad.
Dentro del plan de seguridad, es
interesante explorar la historia de la pareja en relación al enfado, si han
aprendido en sus familias de origen a no expresar las emociones, de modo que,
ante una posible amenaza, éstas se puedan disparar y sean difíciles de
controlar. También es importante explorar qué es diferente cuando la violencia
no ocurre, en qué lugar no ocurre, bajo qué condiciones, etc.
Interesa conocer estresores y desencadenantes.
Los niños pueden crecer aprendiendo que "no tienen derecho a estar
seguros", o no saben manejar sus propias emociones ni estrategias útiles
de control al recordar un miedo a ser rechazado, una situación de humillación
o de abandono experimentado durante la infancia.
"La capacidad de ser violentos está en
nuestro interior y la empatía nos protege".
En cuanto a la responsabilidad, es
necesario generarla aunque con cierta cautela para no diluirla entre todos los
miembros de la familia. Es necesario que las personas piensen en el efecto que
la violencia ha tenido para la relación (si esto no es posible, no se puede
trabajar).
Vetere también le concede gran importancia al
uso del lenguaje en el contexto de la violencia: tendencia a minimizar el
significado de lo que se ha dicho (por ej. una amenaza). En esta línea,
conviene que la mujer sea consciente del peligro que entraña una expresión
verbal ("no te pegué como a un hombre").
"Nuestra responsabilidad es ayudar a la
gente a generar su propia responsabilidad".
Muchas veces los efectos de la violencia
aparecen a largo plazo; en esos momentos el trabajo en red cobra una mayor
importancia. Muchos hombres que maltratan son derivados por los juzgados a
terapia, la demanda de cambio es externa. Hasta que no exista una motivación
interna no podemos trabajar este cambio.
Elaborar una ruptura segura, trabajando con la
pareja pensando en el poder y las relaciones en el contexto de la violencia, es
sentar las bases de una prevención en una etapa de especial vulnerabilidad.
La habilidad para ver las redes profesionales
como potenciales fuentes de ayuda y la habilidad para cooperar con el resto de
los/as profesionales son las piezas claves de este modelo colaborativo.
Las familias han de notar este trabajo conjunto, de modo que puedan colaborar
también en la terapia.
En definitiva, Vetere nos muestra que puede
haber una salida creativa y adecuada a la violencia en la familia, pero no
tenemos todas las respuestas ni todos los casos pueden ser tratados
adecuadamente. Se trata de continuar trabajando para que las familias
desarrollen su propia eficacia.
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