AFRONTAR LA HOSPITALIZACIÓN INFANTIL
El ambiente
hospitalario posee una cultura propia que no se repite en otros ámbitos
de la vida, es como "un pais extraño" al que hay que amoldarse (los horarios, los protocolos, el lenguaje, etc).
La conformación del hospital y el diseño de sus áreas contribuyen a crear la imagen y percepción que los usuarios tengan de él. En este sentido el hospital se convierte en un trasmisor de significados y envía mensajes que fortalecen o debilitan el papel de los pacientes y de sus familiares.
Muchas personas asocian las experiencias de sufrimiento físico y emocional al entorno hospitalario, convirtiéndose en un generador de estrés.
Para amortiguar este impacto negativo, sobre todo, en las áreas pediátricas, se han estado introduciendo cambios paulatinos e importantes.
La conformación del hospital y el diseño de sus áreas contribuyen a crear la imagen y percepción que los usuarios tengan de él. En este sentido el hospital se convierte en un trasmisor de significados y envía mensajes que fortalecen o debilitan el papel de los pacientes y de sus familiares.
Muchas personas asocian las experiencias de sufrimiento físico y emocional al entorno hospitalario, convirtiéndose en un generador de estrés.
Para amortiguar este impacto negativo, sobre todo, en las áreas pediátricas, se han estado introduciendo cambios paulatinos e importantes.
Estos
cambios en la hospitalización infantil son recientes,
puesto que, hasta hace poco tiempo las necesidades de niños y niñas no
eran tenidas en cuenta.
Por un lado, las modificaciones estructurales, arquitectónicas, como la decoración de los pasillos o de las habitaciones, los colores de las batas del personal, dibujos, etc, y, por el otro, la preparación del personal sanitario, con un trato más cercano y amable hacia los niños y las niñas, están contribuyendo a que la experiencia sea menos estresante para todos, facilitando la colaboración de los pequeños en los tratamientos e intervenciones.
Junto a estos factores amortiguadores que reducen el impacto de la hospitalización, debemos considerar otros que provienen de la preparación previa que los/las niños/as reciben ante su experiencia hospitalaria.
Si ésta ha sido positiva, mejorará considerablemente su capacidad de adaptación para las próximas visitas al hospital, por eso, es fundamental construir estrategias que les permitan manejar sus emociones, sentimientos y dudas.
Las enfermedades crónicas pediátricas, en los últimos tiempos, ya no son consideradas como un problema médico, sino también como un problema familiar y social. La familia cobra una gran relevancia y los profesionales deben colaborar con ella y apoyarla.
Hay que tener en cuenta el papel primordial que desempeñan las figuras más relevantes para el/la niño/a enfermo/a, tanto en la preparación previa a cualquier tipo de hospitalización, como en las etapas posteriores a la misma, cuando, no solo, deben seguirse unas pautas de cuidados en el domicilio, sino también se han de elaborar las intensas emociones vividas durante la estancia en el hospital.
La hospitalización infantil representa una crisis para toda la familia que pone de manifiesto, una vez más, el desequilibrio que la propia enfermedad ha introducido en el sistema familiar.
El acompañamiento de los padres se torna un elemento activo en el proceso de hospitalización, y en muchas ocasiones no está lo suficientemente valorado.
Es objetivo de los profesionales sanitarios ayudar a los padres para que desarrollen habilidades de apoyo para preparar a sus hijos e hijas en los procedimientos médicos dolorosos y amenazantes.
Por un lado, las modificaciones estructurales, arquitectónicas, como la decoración de los pasillos o de las habitaciones, los colores de las batas del personal, dibujos, etc, y, por el otro, la preparación del personal sanitario, con un trato más cercano y amable hacia los niños y las niñas, están contribuyendo a que la experiencia sea menos estresante para todos, facilitando la colaboración de los pequeños en los tratamientos e intervenciones.
Junto a estos factores amortiguadores que reducen el impacto de la hospitalización, debemos considerar otros que provienen de la preparación previa que los/las niños/as reciben ante su experiencia hospitalaria.
Si ésta ha sido positiva, mejorará considerablemente su capacidad de adaptación para las próximas visitas al hospital, por eso, es fundamental construir estrategias que les permitan manejar sus emociones, sentimientos y dudas.
Las enfermedades crónicas pediátricas, en los últimos tiempos, ya no son consideradas como un problema médico, sino también como un problema familiar y social. La familia cobra una gran relevancia y los profesionales deben colaborar con ella y apoyarla.
Hay que tener en cuenta el papel primordial que desempeñan las figuras más relevantes para el/la niño/a enfermo/a, tanto en la preparación previa a cualquier tipo de hospitalización, como en las etapas posteriores a la misma, cuando, no solo, deben seguirse unas pautas de cuidados en el domicilio, sino también se han de elaborar las intensas emociones vividas durante la estancia en el hospital.
La hospitalización infantil representa una crisis para toda la familia que pone de manifiesto, una vez más, el desequilibrio que la propia enfermedad ha introducido en el sistema familiar.
El acompañamiento de los padres se torna un elemento activo en el proceso de hospitalización, y en muchas ocasiones no está lo suficientemente valorado.
Es objetivo de los profesionales sanitarios ayudar a los padres para que desarrollen habilidades de apoyo para preparar a sus hijos e hijas en los procedimientos médicos dolorosos y amenazantes.
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