FORTALEZAS Y RECURSOS DE LAS FAMILIAS ANTE LA CARDIOPATÍA INFANTIL
La aparición de la enfermedad en nuestras vidas implica una avalancha de emociones, sentimientos y mecanismos que debemos poner en marcha para hacerle frente.
Partimos de la base de que el concepto de enfermedad, como ausencia de salud, conlleva connotaciones negativas contra las que hay que defenderse, que generan culpa y desestabilizan, es la torre de naipes que se cae sin que podamos evitarlo.
Si esta enfermedad es crónica, como la cardiopatía, y, además, afecta a nuestros hijos, ese impacto se multiplica aun más. La enfermedad llega para quedarse, para ser uno más en nuestro sistema familiar, afectando no sólo al hijo o hija, sino también a toda la familia nuclear y extensa.
Aceptación, adaptación y convivencia son los pilares básicos sobre los que sustentar un afrontamiento de esa nueva realidad.
Dicho afrontamiento pasa igualmente por fomentar las fortalezas individuales y del sistema familiar, a veces, a partir de pequeños gestos o de grandes esfuerzos adaptativos.
La familia es consciente de su responsabilidad en el bienestar del hijo o hija, y que, lo importante es crear una relación en la que la enfermedad quede relegada a mera "acompañante puñetera", está ahí, molesta a veces, pero no es el centro de la atención.
Conseguir que los/as cuidadores primarios/as logren cuidarse a sí mismos, permitirse ser y existir al margen de la enfermedad de los niños es una tarea fundamental.
Desplegar aspectos de la resiliencia individual y grupal, tales como permitirnos sentir el sufrimiento y el dolor, vivir día a día y paso a paso, valorar nuestros propios deseos, gustos y aficiones, buscar apoyos emocionales y sociales, etc., es necesario para llegar a esa adaptación y aceptación de un viaje que comenzó cuando soñamos con un destino deseado y que terminó en un territorio extraño, en un nuevo lugar por explorar.
Comentarios