OBESIDAD INFANTIL

    Según el estudio Enkid, se calcula que en España la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y jóvenes se sitúa en el 26,3%, lo que implica que, en unos años el 70% de estos niños pueden llegar a ser adultos obesos.

   Todos sabemos que la obesidad acarrea importantes consecuencias para la salud y, en los niños, particularmente, favorece la aparición de enfermedades más propias de los adultos, como la diabetes tipo II o el colesterol elevado.
    Las causas de la obesidad o el sobrepeso no provienen exclusivamente de la alimentación excesiva o inadecuada, ni tampoco de componentes genéticos, sino que obedecen a un estilo de vida con muchas implicaciones: una forma de comer, una forma de dormir, una actitud ante el ejercicio físico y una falta de control, muchas veces aprendida de los propios adultos.

   En los países occidentales el sobrepeso se estima a partir de la medición del Índice de Masa Corporal (IMC), que es una fórmula en la que se ponen en relación el peso con la altura de las personas. Existen unas tablas, tanto para adultos como para niños, para valorar este IMC. Además de la correlación peso-altura, en los niños se tiene en cuenta el sexo y la edad ya que con el crecimiento estos valores suelen variar.

   También hay que tener en cuenta el gasto energético de cada niño, ya que hay niños más sedentarios y niños más activos, lo que se traduce en un mayor o menor consumo y necesidad de calorías diarias.

   En cuanto al estilo de vida, como causa de la obesidad infantil, se ha demostrado que los niños y niñas con sobrepeso:

- Pasan más horas delante del televisor o del ordenador; en muchas ocasiones, comen viendo la tele lo que favorece la falta de control sobre lo que se come.
- Duermen menos horas que los niños que no tienen sobrepeso. Una investigación experimental manifiesta que la falta de sueño estimula dos hormonas que favorecen la sensación de apetito y sobre todo de alimentos ricos en azúcares y grasas.
- Se saltan el desayuno. Se ha demostrado que, cuantas menos comidas regulares se hagan, más se incrementa el consumo de alimentos con alto nivel calórico.
- Realizan poca actividad física. El sedentarismo es habitual en las personas con sobrepeso.
- Suelen comer solos y abusar de las chucherías. Comer solo se traduce en comer más rápido, peor y de forma menos saludable. Abusar de las chucherías condiciona a que se relacione saciar el hambre con determinados alimentos en detrimento de otros más saludables pero menos atrayentes.
- Comen para aliviar el aburrimiento y el malestar emocional. Los alimentos ricos en calorías pueden contribuir a la disminución del estrés, pero a largo plazo, constituyen un hábito que incrementa la ganancia de peso.

   Por ello, sería recomendable:

- Comer y ver la tele como actividades diferentes, de modo que podamos ejercer mayor control sobre lo que se ingiere y de qué modo se hace.
- Dormir las horas necesarias es fundamental en los niños. Adquirir un hábito de sueño es importante y se aconseja que no tengan la televisión o el ordenador en la habitación.
- El desayuno es la comida más importante del día y debe incluir lácteos, fruta y cereales. De hecho, saltarse una comida en lugar de controlar el sobrepeso, contribuye a su afianzamiento, por lo que las comidas, en general, han de ser regulares y equilibradas. Es también importante no imponer dietas restrictivas a los niños, puesto que está demostrado que es más eficaz la regularización del estilo de vida y de los hábitos de alimentación que la comida en sí misma. Rebajar paulatinamente la ingesta de calorías no debe implicar prohibiciones que puedan producir un efecto rebote en el futuro.
- Realizar actividad física no significa tener que realizar deporte a un nivel de competición y el ejercicio físico, en sí mismo, no sirve para perder peso, pero practicar regularmente algún deporte que le guste al niño y siempre según sus posibilidades, o, simplemente caminar, dispone al organismo para mantenerse en el llamado normopeso.
- Procurar acompañar al niño en las comidas principales y enseñarle a no abusar de las chucherías sino establecer un momento u ocasión para consumirlas.
- Hay que enseñar a los niños a que el aburrimiento se puede superar sin recurrir al consumo excesivo.

   Por último, los padres pueden contribuir a establecer unos hábitos saludables en la alimentación estableciendo con firmeza y calma normas, sirviendo como modelo y utilizando, principalmente, los refuerzos positivos para que el niño se sienta capaz de conseguir, sobre todo, el autocontrol necesario para no caer en una alimentación inadecuada que redunde en una pérdida de salud cuando sea adulto.
  

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