INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS EN EL ABUSO DEL CONSUMO DE ALCOHOL

"No quieras ahogar las penas, siempre flotan".

  Desde la perspectiva clínica, el alcoholismo es un trastorno debido a la dependencia física y psicológica que una persona presenta ante el consumo abusivo de alcohol, dando lugar a graves consecuencias a todos los niveles.

  Para su tratamiento se tienen en cuenta una serie de principios, entre los que destaca la importancia central de la psicoterapia. 

  Partiendo de este modelo biopsicosocial, la persona que abusa del consumo de alcohol ha de ser tratada con independencia de la demanda que presente, adaptando los objetivos terapeúticos a la etapa en que se encuentre y valorando variables como las expectativas de autoeficacia ( percepción de la capacidad de afrontar una situación de riesgo), el "craving" o deseo de consumo y las creencias nucleares (fuerza de voluntad / motivación).

  Otras variables importantes en el tratamiento del alcoholismo son la adherencia al tratamiento y la prevención de recaídas.

  Existen diversos programas que emplean distintas técnicas para abordar los problemas relacionados con el alcohol, cuya eficacia terapeútica es desigual, siendo preferible acercarse a un modelo integrador.

  Desde mi punto de vista, el consumo abusivo de alcohol debería considerarse desde una perspectiva relacional.

  Partimos de la base de que el alcohol es una sustancia nociva que es aceptada social y culturalmente; el paso de un uso controlado de la misma a una pérdida de control sobre el consumo ha de ser analizado teniendo en cuenta el contexto en el que se desarrolla este patrón de consumo (dónde estoy, en qué momento vital, con quién estoy, para qué, etc.).

  Si pretendemos que el sujeto sea agente de su cambio en la percepción del uso/ abuso del consumo de alcohol, debemos dotarle de estrategias funcionales que no le anclen en posiciones de no cambio ( si esto es una enfermedad, si forma parte de mi personalidad, si los demás deciden qué debo cambiar, no puedo hacer nada).

  Por ello, para generar estas expectativas de capacidad / eficacia y manejar la pérdida de control, debemos acercarnos al complejo mundo relacional de la persona que bebe y apoyarnos en su entorno familiar y social, no solo como medida de protección sino como parte integrante de nuevas soluciones.